lunes, 23 de enero de 2012

Invencibles.

Noche de otoño. Él y yo. Tumbados. Me mira a los ojos, le sonrío. Me sostiene la mirada. Un escalofrío recorre mi cuerpo. Me abraza fuerte, y siento como se para todo. Estamos solos...
Me giro, y le beso, y él sigue. Un suspiro de deseo, pasión de dos enamorados.
Me susurra:
+ Te quiero, mucho.
Me estremezco. Me separo, y le doy la espalda, pero a la vez le sujeto fuerte, no quiero que se vaya nunca. Me coge y me gira, hasta encontrarme con sus ojos, verdes.
+ ¿Qué te pasa?
- Nada, no me pasa nada.
+ Me he dado cuenta como te has apartado de mi cuando te he dicho que te quería.
- Es que es todo tan bonito, que tengo miedo de que termine. De que un día no me hables, de verte tontear con otras, de que no me trates igual que siempre, de que cambies. Porque si cambias, sabré que algo a cambiado entre nosotros, que a partir de ese instante ya nada sera como antes, como es ahora mismo, tan perfecto. Y si te pierdo, si me olvidas, me derrumbo.
+ No pienses así, mi amor, esto va a durar mucho...
-  Es que, en serio, me doy cuenta de que me he enamorado, y sí puede durar, pero ya sabes lo que dicen, todo acaba.
+ Estoy enamorado de tí, te amo. Y eso no va a cambiar...
- ¿Me lo prometes?
+ Sí, te lo prometo. 
Un silencio, los dos nos miramos.
+ Olvídate del resto, porque ahora estamos tu y yo, nadie más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario